El trastorno por déficit de atención con/sin hiperactividad (TDAH) es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por presentar un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad – impulsividad. El déficit de atención se pone de manifiesto en situaciones que requieren atención sostenida como atender a las explicaciones del profesor, estudiar un texto, terminar las tareas, seguir instrucciones, etc. La hiperactividad implica una inquietud excesiva, en especial en situaciones que requieren una relativa calma. Dependiendo de las circunstancias, puede manifestarse como saltar y correr sin rumbo fijo, como la imposibilidad de permanecer sentado cuando es necesario estarlo, por una verborrea o alboroto o por una inquietud general acompañada de gesticulaciones y contorsiones. La impulsividad se pone en evidencia al dar respuestas precipitadas e inapropiadas, interrumpiendo constantemente a los demás, obstaculizando una actividad porque no puede guardar su turno o haciendo comentarios fuera de lugar. Se identificará como un trastorno cuando estos síntomas o los comportamientos que se deriven, se observen con mucha mayor frecuencia e intensidad que en los niños/adolescentes de igual de edad e interfieran en la vida cotidiana en el ámbito familiar, escolar y su entorno en general.
El TDAH puede presentar tres subtipos: con predominio del déficit de atención, con predominio de la impulsividad-hiperactividad y combinado.
Estos niños suelen tener una inteligencia normal o superior pero, sin embargo, muestran un bajo rendimiento académico debido a las características comentadas anteriormente y, sobre todo, a las demandas de autocontrol que exigen las tareas. En muchas ocasiones, pueden presentar dificultades de aprendizaje y otros trastornos asociados (presencia de conductas oposicionistas y desafiantes, baja autoestima, déficits en las habilidades sociales…).
Estudios actuales afirman que el TDAH es el trastorno con mayor incidencia en la infancia (3-7% afectados).
Es por todo ello, que se recomienda llevar a cabo con estos niños una intervención multimodal, en la que se beneficie el propio individuo, la familia y la escuela; y un tratamiento multidisciplinar (farmacológico, psicológico y pedagógico).
